Un sueño que recordé
Éste sueño no es reciente, pero en estos días lo he tenido muy presente y creo que fue uno de los primeros sueños que tuve con demonios y me gustaría saber qué significa. Por otro lado me parece muy raro que siendo que ya pasó tanto tiempo de que lo soñé, lo recuerde como si lo acabara de soñar, ojalá también me puedan ayudar con eso.
Recuerdo que estaba con varias personas en una ciudad que no es en la que vivo y en donde las casas tenían un aspecto rustico y mucha vegetación. El caso es que a esas personas y a mí se nos encomendó una misión, la cual era proteger a un bebé de doce demonios que vendrían a tratar de llevárselo antes de la media noche, porque al dar las doce los demonios tendrían que regresar al sitio del que habían salido. Recuerdo entonces que las personas con las que yo estaba empezaron a luchar contra los demonios afuera de una casa y tanto los demonios como las personas se destruyeron los unos a los otros, de tal forma que al final solo quedamos una señora mayor y yo para proteger al bebé de cuatro demonios que restaban por venir. Para eso ya estaba por anochecer y recuerdo que yo tenía mucho miedo de pelear, porque no lo había hecho nunca antes y además ya estaba sin la ayuda de nadie (Como dato extra, aquellos demonios tenían la apariencia de personas, pero tenían la mirada enajenada y se les notaba la maldad en la cara.
Bueno, finalmente llegó un demonio que tenía la apariencia de un hombre joven, aunque mayor que yo en ese tiempo y trató de llevarse al bebé y yo tomando la iniciativa le dije a la anciana que se metiera a la casa con el bebé y que yo me encargaría de defenderlos, aunque todavía no sabía cómo lo iba a hacer. La cosa es que cuando el demonio se me acercó descubrí que yo era capaz de mover cosas (telequinesis o algo así) y aprovechándome de esto, usé un árbol grande y que no tenía ni una sola hoja sobre sus ramas torcidas y usando sus raíces y sus ramas como arma, empecé a golpear al demonio, hasta que finalmente una rama lo apresó y lo levantó como si fuera una mano gigante y yo le ordené a la rama que lo apretara hasta que lo aplastara, cosa que sucedió.
Después de derrotar a ese demonio corrí con desesperación y entré a la casa con la intención de encerrarme hasta que todo acabara, pues ya se había hecho de noche y no faltaba tanto para cumplir con el plazo y salvar al bebé. Lo malo es que en la sala ya me esperaba otro demonio, esta vez un hombre de edad madura y éste me dijo que no lograría llegar a la media noche con vida. Furiosa por no poder mantenerlo afuera, lo levanté en el aire con mis poderes y lo azoté fuertemente contra el techo, una y otra vez y solo supe que lo había matado cuando sus ojos se salieron de las cuencas como si fueran pelotitas que rebotaron en el suelo. En ese momento me di cuenta de lo que acababa de hacer y me sentí aterrorizada de haber actuado de una forma tan sangrienta con aquel demonio, fue como si sintiera que la maldad se estaba apoderando de mí, pero como no tenía tiempo para pensar en mí, sino en proteger al bebé y a la señora de los dos demonios que faltaban y subí hasta el ático de la casa, que era una especie de torrecita y que era el lugar donde yo sabía que la señora se había escondido con el bebé. Al llegar allí le dije que ya solo faltaban dos y que quizá lograríamos mantenerlos afuera hasta la media noche, pero justo en ese momento la anciana empezó a sonreírse de manera espantosa y me di cuenta de que ella era uno de los demonios.
-Siempre estuve con ellos –me dijo y supe lo que vendría.
Creo que le pegué en la cara con el puño y aproveché el momento que se volteó para quitarle al bebé de los brazos y luego vi un reloj cucú que había en una pared y me di cuenta que faltaban diez min para que fuera la media noche. Así que convencida de que ya todo estaba por terminar, encendí una especie de esfera de fuego en mi mano derecha y con ella calciné a la anciana, que empezó a gritar y dar de vuelta por el cuarto hasta que se convirtió en cenizas. Al fin daban las doce y el reloj empezó a dar campanadas y justo en ese momento de abrió una puerta de aspecto viejo y maltratado dentro de aquel ático y tras ella apareció una mujer de una hermosura que no he visto de nuevo en ningún sueño o en la vida real. Era delgada y joven, aunque lucía mayor que yo, como de unos veintitantos, tenía el cabello largo y rizado de un color dorado miel y sus ojos eran grandes y del mismo color que su cabello. Llevaba un vestido amplio y de color blanco y mostrándome una mirada dulce y tierna me dijo que le entregara al niño, cosa que hice y lo puse entre sus brazos con cuidado. En eso dije:
-Ya todo terminó.
-¿Estas segura? –me contestó- Son las doce pero todavía falta un demonio.
-Pero ya no vino –le respondí y ella me miró con firmeza, como si me estuviera diciendo que si estaba aquí y que lo pensara bien.
De pronto entendí con horror a lo que se refería y recordé la forma tan violenta en la que había matado a mis enemigos y resignada a que la maldad me había tocado, me incliné ante ella y le dije:
-Tienes razón, el último soy yo.
Y me quedé de pie esperando el castigo que ella me daría. En ese momento su expresión dulce se trasformó y empezó a mirarme con fiereza, como si de verdad yo fuera una amenaza y entonces un brillo color dorado la rodeó y me dejó ciega y solo alcancé a ver que extendía su mano para lanzarme la energía que me destruiría. Y allí terminó mi sueño.
Agradezco de antemano a quien se anime a leer esto, porque ya sé que es muy largo, pero ya saben lo que se dice “El diablo está en los detalles” y por eso no omití nada de lo que recordé.
Saludos.