Para todos aquellos que tienen dudas al respecto de las posesiones y exorcismos, o que buscan ayuda y no saben a donde acudir.
Lo que les voy a platicar es de primera mano, es decir, a mi me tocó vivirlo y no es cosa que me hayan contado o haya leído.
(Ya tengo una cuenta en el foro con otro nombre, pero dada la sensibilidad de este tema, no quiero que se mezclen las cosas) Si alguno adivina quien soy, por favor no lo comente, si quiere puede mandar un mensaje privado para confirmar o preguntar, pero de lo contrario, comenten en este post, pues no usare mucho tiempo esta cuenta.
Dividiré el tema / historia en secciones, pues es extenso. Usaré nombres ficticios, por respeto a las personas involucradas.
Inicio
Todo sucedió en 2008, precisamente en un viernes santo por la tarde, pues ya estaba oscuro. (será coincidencia?)
Me encontraba cocinando en la cocina, y una persona muy cercana a mi (la llamaré Sandra) me estaba acompañando y estaba lavando los trastes.
Tenía la televisión encendida, y estaba la película de “La pasión de Cristo” (la que hizo Mel Gibson)
Todo estaba normal, sin ningún indicio de lo que iba a pasar a continuación, es decir, no vi, no escuche, no olí ni sentí nada extraño.
Como ambos estábamos ocupados, no le hacíamos caso a la película, solo escuchábamos, pero como esta en arameo el idioma, pues ni siquiera para decir que le entendíamos.
Después de un dialogo de “Jesus”, Sandra empezó a decir en voz alta, no, no no no no no no, mientras bajaba la cabeza y se doblaba hacia abajo.
Yo— ¿Qué tienes?
Sandra (S)—Escuche cosas muy feas en mi cabeza
Yo— ¿Qué escuchaste?
S—Que ese “Jesus” es un /”#$&”@!##$&…. (y asi, muchas malas palabras)
Yo— ¿Segura?
S—Si, lo sigo escuchando
(Todo esto mientras hacia una cara de preocupación, aunque aclaro que no me estaba viendo directamente)
Empecé a trabajar (lo que se espiritualmente, llamémosle sellos) enviando sellos de corte, digo, lo que quería es que se fuera esa entidad.
Pero mi sorpresa fue que cuando empecé a mandar los sellos, Sandra volteo a verme, y en ese momento supe que no era Sandra. Tenia unos ojos negros profundos, mirada muy tétrica, y empezó a sonreírse de una manera que me enfrió hasta los huesos.
En ese momento supe que no era cualquier cosa lo que estaba ahí presente.
Acto seguido deje de mandar esos sellos de corte, pues seria como estarle aventado piedras a unos matones que traen armas largas, y aplique otras cosas como para decir, ahí la dejamos, no paso nada.
Sabía que tenía que prepararme bien si quería enfrentarme a eso, y no morir en el intento.
Sandra tardo un ratito pero volvió a la “normalidad”, y lo pongo entre comillas puesto que aunque ella ya era conciente de si misma, ahora si se sentía toda esa energía negativa y agresiva emanando de ella.
Esa noche me quede con Sandra para asegurarme de que no pasara nada. Aunque con esto entendí la frase “Durmiendo con el Enemigo”
Continuaré en otro post. El solo recordarlo punto por punto hizo que me sintiera no tan bien.