No es necesaria la conexión o confianza para poder influir en los demás. La situación que comentas, fue optima para que esto ocurriera, ya que ambos estaban en el mismo lugar, se conocían y ambos se pusieron a meditar.
Lo malo es que él no respeto una de las dos reglas fundamentales de la magia.
No respeto el libre albedrío, que aunque quería ayudar, no pidió permiso, lo que se considera una mala acción.
En segundo, a la mayoría se nos olvida frecuentemente la ley de la correspondencia (de las 7 leyes universales). Pondré un ejemplo para que sea más entendible.
Si en la tierra quiero volverme más fuerte, con músculos más grandes, lo que hago es hacer pesas. Que implica hacer un esfuerzo máximo, someter mis músculos a estrés, al trabajo, a esas cosas que lo “dañan” para que estos músculos, puedan después reponerse logrando ser mejores.
Si esto pasa en el mundo físico, por CORRESPONDENCIA pasa lo mismo en el mundo espiritual.
Si yo le pido a Dios que me haga más fuerte, lo que pasara es que me pondrá obstáculos difíciles, para que después de que yo los supere, en efecto, sea más fuerte.
Si le pido que me haga mas sensible, las situaciones a las que seré sometido harán que mi sensibilidad aumente (ejemplo extremo, la muerte de un ser querido)
Si yo le pido que me QUITE los miedos, lo que hará será enfrentarme una y otra vez con mis miedos hasta que pueda superarlos.
Ahora ya sabes porque tu amiga sintió miedo aunque su amigo trataba de quitárselos.
Si ya le pidió perdón, y ella lo perdono no hay problema. Pero dile que la única manera de quitar los miedos es prepararse, enfrentarlos y vencerlos. No hay un camino sencillo y no se resuelve moviendo una varita mágica.