Sueño con oso de peluche
Este sueño es viejo, pero como es raro lo publicaré. Yo en ese entonces tendría como unos catorce años y soñé que estaba en casa de mi abuela paterna, la cual era una gran casona con mucho espacio y un recibidor en la entrada que se conectaba con la sala principal. Yo estaba sentada sobre un sillón de la forma en la que solía hacerlo en aquellos tiempos, es decir con la espalda recargada contra uno de los brazos del sillón, y con las piernas sobre el otro brazo, como si estuviera siendo cargada y de pronto al dirigir la mirada hacia el recibidor vi aquí se encontraba tirado un osito de peluche color miel. Me extrañó que hubiera un juguete en la casa porque por lo que recordaba yo era la única nieta en esos momentos dentro de la casa y ese oso no era mío, pero eso pronto dejó de importarme cuando vi que el oso se levantó por si solo y empezó a caminar en dirección de la sala. Sobresaltada por este hecho, pero decidida a defenderme me levanté de un salto y al llegar junto al juguete lo patee lejos. Entonces éste se sentó en el suelo aturdido por el golpe y acto seguido se llevó las manos a la cara y empezó a llorar, mientras que yo conmovida con su reacción me hinqué junto a él y le pregunté por qué lloraba:
-Lloro porque tú no me quieres –me respondió con una vocecita aguda que era como la de un niño pequeño.
En ese momento sentí tanta culpa que en contra de mis primeros instintos levanté al osito y lo apreté contra mi pecho mientras que le decía:
-No es verdad, yo si te quiero, si te quiero –le dije con toda la intención de consolarlo y de hacer que me disculpara por haberle dado esa patada.
El dejó de llorar y pareció estar contento porque me abrazó, pero casi de inmediato sentí un peligro enorme cerniéndose sobre mí y sin poder evitarlo separé al oso de mi cuerpo, aunque continuaba levantándolo con ambas manos y aunque su expresión era alegre algo me dijo que las cosas no iban bien cuando volvió a hablar y esta vez su voz era grave, horrenda y parecía producir eco en toda la casa, diciendo aún con tono que pretendía demostrar inocencia:
-¿Entonces de verdad me quieres?
En ese momento mi sangre se heló y comencé a gritar, aunque no solté al oso porque no podía hacerlo y recuerdo que mientras gritaba dirigí mis ojos hacia arriba, pero pronto mi visión se empezó a elevar y empecé a verme a mí misma como si yo fuera solo un espectador de lo que sucedía. Éste fue el final del sueño.