Sueño con ruinas de escuela y una niña espíritu
Estaba yo en una especie de universidad, un edificio con salones, patios y cuartos para los estudiantes, que estaba todo pintado de blanco percudido y que parecía estar casi abandonado, aunque si había alumnos y gente trabajando allí, pero eran tan pocas y el estado del edificio, tan lleno de polvo y vejez, me hacían pensar que era un edificio casi en ruinas. Bueno, pues yo caminaba por el patio acompañada nuevamente con éste hombre que ha aparecido en mis sueños anteriores (El mismo que apareció en los sueños que publiqué con el nombre de Dos sueños y que salía como vampiro) y parecía que estábamos indagando sobre un objeto que los dos estábamos buscando. De pronto nos encontramos en el patio a una niña pequeña, como de unos siete años, que iba vestida con un vestidito corto de color azul pálido, casi blanco y cuando la vimos estaba jugando con un animal, un gato creo o un perro muy pequeño y al vernos nos sonrió y nos saludó como si nos hubiese estado esperando. A simple vista se trataba de una niña normal y todos parecían verla de ese modo, pero cuando yo la vi lo primero que pensé era que no se trataba de una persona, sino de un espíritu protector que venía a cuidarme y tal era así, que desde ese momento la niña se unió a nuestra búsqueda y ya no nunca se apartó de nosotros.
Seguimos nuestro camino por la escuela y en cierto momento nos encontramos con un muchacho medio regordete y con cara de truhán, que por algún motivo me hace pensar que era el mismo que apareció en mi sueño de la capsula espacial. En cuanto lo vi, comencé a interrogarlo acerca de una caja, le preguntaba qué en dónde estaba y le dije con tono amenazante que yo sabía que él la estaba escondiendo, entonces él pareció asustado por mi tono de voz y se agazapó, como si tuviera miedo de que yo o mi compañero le fuésemos a pegar si no nos lo decía y antes de que cualquier cosa pasara, nos dijo que lo siguiéramos a su cuarto. Instantáneamente aparecimos en su cuarto, que era un lugar bastante estrecho pintado de color ocre, que además tenía repisas y muebles de madera para poner libros y esas cosas empotrados en dos de las paredes que eran visibles desde mi punto de vista, pues aunque yo era parte del sueño, también podía verlo todo en tercera persona. Pues bien, entramos a su cuarto y bajamos un par de escalones, porque la habitación tenía desniveles, como para separar las secciones y yo bajé hasta el desnivel donde había un taburete tapizado en una tela de color café oscuro y me hinqué junto al taburete y empecé a buscar en la repisa que estaba al nivel de suelo. Allí encontré lo que estaba buscando y la tomé entre mis manos, se trababa de una pequeña caja de madera color café, la cual se suponía era un objeto mágico, aunque nunca se especificó que era capaz de hacer. Mi compañero y la niña se acomodaron a cada lado mío y miraron con atención en el momento en que yo abrí la caja y revelé su contenido, el cual era una simple hoja de papel doblada en varias partes hasta hacer un rectángulo. Yo no tomé el papel y me mostré un poco consternada, pues de cierta forma era como si ya no supiera que hacer y al verme así mi amigo se molestó con el otro muchacho y lo tomó por el cuello de la camisa y comenzó a zarandearlo. Le repetía una y otra vez que nos dijera cómo se usaba la caja, pero él, todo tembloroso, se encogió de hombros y le dijo que tampoco sabía, que en ninguno de los libros que tenía venia alguna instrucción de cómo hacer que la caja nos cumpliera nuestro deseo, que al parecer, tanto para ese joven de cabello negro, como para mí, era el mismo.
Como ya no teníamos nada que hacer allí, le dije a mi amigo que dejara en paz al muchacho y que nos fuéramos a buscar más pistas. Así fue que volvimos a caminar por los patios de aquella escuela y llegamos a uno donde estaba instalada una especie de panadería, así, a la intemperie. Entonces la niña se metió con su gatito y agarró una pan de concha de las blancas y se la empezó a comer frente a la dependienta sin pagar la ni nada. Luego se salió de la panadería y empezó a tararear una canción y luego le mordía a su pan y luego también le compartía a su gato o perro. Yo la miré enternecida y tuve urgencia por pagar lo que ella había tomado antes de que fueran a reclamarle, pues era obvio que ella había actuado con inocencia y que su intención no había sido la de robar y me apenaba que fueran a regañarla por eso. Por eso fue que le dije a mi compañero (al que yo llamo D) que me diera cinco pesos para pagar el pan y entonces el rebuscó en sus bolsillos y me dio una moneda y me ofreció otras más, que para que me comprara lo que quisiera, pues traía mucho dinero, pero yo le dije que solo quería esos cinco y ya que los tuve fui con la dependienta y le pagué el pan, pero ella se sonrió y me dijo que no era necesario:
-No importa –me dijo-, es más, por estos cinco pesos llévese un pan para usted.
Pero yo le dije que no, que solo quería pagar el pan de la niña y después de tomar la moneda de nuevo me preguntó:
-¿Está segura que no quiere nada?
-No, gracias, solo ese pan.
Luego de eso regresé junto a mi compañero y nos quedamos viendo a la niña y mientras eso ocurría el me murmuró:
-Ya pronto conseguiremos lo que queremos, ya verás.
Y yo asentí y seguí mirando a la niña mientras ésta jugaba.