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PRIMER SUEÑO
La Odiosa pérdida.
¿Cómo no recordarlo? Fue un capítulo en mi vida que quedó marcado en mi memoria. Las cosas no iban bien, parecería como si desde el principio no lo fueran, pero la racha de mala suerte me había llevado a un borde de desesperación increíble, sin embrago no podía exteriorizar esto, tenía que ocuparme de mis responsabilidades.
Había ido a la “feria” de los tontos, en busca de una oportunidad laboral; entre otros muchos tan desesperados como yo, busqué alguien a quien darle mi curriculum y un portafolio de trabajos. Es verdad que mi trabajo como publicista e ilustrador era bastante extraño ¿original? No supe con cuánta gente hablé, no lo recuerdo, no se entre cuántos más como yo tuve que hacerme espacio para poder pasar, pero al final del evento terminé moralmente agotado.
Cuando llegué a casa intenté animar a mi esposa, dando la esperanza que a mí se me esfumaba por dentro y, como siempre, mi suegra a recordarme con comentarios hostiles lo fracasada que era mi vida. Así es… un fracasado. Pero a pesar de sus comentarios (en veces poniendo en duda mi rol como hombre) sin duda sentía cariño por mi; ella nos había ofrecido parte de su propiedad donde actualmente vivíamos mi mujer y yo.
Me disponía a buscar trabajo por el internet, ya me estaba haciendo a la idea que el evento de la mañana había sido una tonta ilusión y ya debería de pensar en buscar en otro lado. Comencé a acercar la mesita desplegable y conectar la computadora cuando mi suegra me llamó: una carta había llegado como urgente para mí.
Debo admitirlo, estaba nervioso ¿una respuesta tan pronta? ¿Será un rechazo más? ¿Tenía esperanza de hacerme de un buen trabajo? Y ella, sin haber abierto la carta me la entregó. Era una hojita doblada como tríptico, adentro una carta escrita a mano. Lo primero que leí fue un “lo siento mucho”. Me corrió un escalofrío “lo sabía, adiós esperanza” pero continué leyendo… y con forme leía mi cuerpo se helaba más.
La noticia no tenía nada que ver con un trabajo, no… mi padre, al que no había visto desde hace muchos años, había fallecido. Cerré la carta, no quería verla más, me quedé pensando ¿qué era eso que sentía? ¿Acaso me arrepentía de no haberlo visitado durante tanto tiempo? ¿O sentía el común, profundo e incomprensible dolor de la pérdida? Ambas, pero… entre todo eso y aún más poderosa era la ira que me invadió.
Volví a mirar la tarjeta, vi la hora del entierro, la hora de la misa… y empuñé el papel con furia. Mi suegra esperaba ansiosa frente a mí, seguramente se sorprendía al ver las múltiples expresiones que hice en tan poco tiempo.
“Mi padre falleció” le dije, y a esas palabras se me escaparon las lágrimas, fruncí el ceño con todo el odio que me invadía entonces “todo es por su maldita culpa y ahora se muere”. Fueron tal vez las palabras más sinceras que había dicho en mi vida, buenas o malas... y tal vez me arrepienta de ellas en el futuro, pero era la sola verdad… ese hombre, mi padre, había arruinado mi propia vida, había hecho miserable mi vida y la de mi familia, y ahora yo me encontraba en apuros y lo único que él había hecho era morirse.
No recuerdo que sucedió después. No recuerdo si mi suegra me consoló, si llamó a mi mujer, si yo preferí enterrar lo sucedido y seguir en lo que estaba. No recuerdo… cómo fue el día que morí ni por qué. Tal vez deba dormir otra vez… para recordar un capítulo más en mi memoria perdida…
Editado 3 veces. Última edición: 2011-04-21 04:48:34
Editado 1 vez. Última edición: 2011-04-08 05:55:26